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Wednesday, March 30, 2011

LA LEVADURA

 LA LEVADURA
Como dice la canción que cantaba Mercedes Sosa: Que vivan los estudiantes porque son la levadura, del pan que saldrá del horno, con toda su sabrosura. Hace bastante tiempo, en alguna de sus cadenas he escuchado al Presidente  de Venezuela referirse a esta canción para congraciarse con el movimiento estudiantil, pero que lejos está a estas alturas del partido (marzo 2011) de que sus acciones de gobernante se correspondan con aquellas intenciones de consideración y afecto para con los estudiantes de su país. El movimiento estudiantil hoy como siempre es la expresión más pura de la defensa de nuestras tan precarias libertades. En Venezuela las huelgas de hambre se han convertido en el único instrumento de protesta de los venezolanos ante el desastre económico y social en que está sumergido el país, y son los estudiantes quienes pagando los más altos costos, arriesgando la vida con un arrojo impresionante, han asumido la lucha de los venezolanos para decir: ya basta. El abuso del poder y la falta de moralidad democrática de absolutamente todos los poderes han llevado a los venezolanos  a una pérdida progresiva de la autoestima, hay miedo a todo, la represión solapada o abierta ha hundido a los venezolanos en la más absoluta indefensión, la privacidad la hemos perdido hasta en la casa, el G-2 está, como el Espíritu Santo, en todas partes. Nadie, aunque quiera, puede hacer nada para exigir el disfrute de sus menguados derechos; los presos políticos son una pequeña muestra de ello, y han sido los estudiantes quienes arriesgándolo todo han salido a la calle a exigir justicia, libertad a los presos políticos, presupuesto adecuado para las universidades, etc. Utilizando el arma más riesgosa: la huelga de hambre.
La vida de una persona es, de hecho, el valor humano más preciado y con ella Franklin Brito (agricultor profesional) pagó en nombre de todos los venezolanos las inclemencias del gobierno por su inagotable deseo de destruir lo poco que en el agro se había logrado. Todos recuerdan las  escenas macabras de sus apariciones por TV pidiendo justicia. Murió pesando 38 Kg después de 144 días de huelga de hambre y con una masa corporal inferior a 14. La respuesta de fondo de uno de los poderes fue que había sido inducido a la muerte, y la familia pasó muchos días sin dormir esperando ser imputada. Otra referencia dolorosa es la del estudiante Vilkar Fernández quien en 31 días de huelga de hambre por lograr un presupuesto adecuado para las universidades, perdió 12,5 Kg de peso corporal.
En Venezuela las huelgas de hambre como medio de protesta, o mas bien como herramienta de exigencia de reivindicaciones  y/o de justicia, se han incrementado en los últimos dos años. Los estudiantes, empleados y obreros despedidos sin ninguna contraprestación, después de agotar todos los recursos, sin encontrar respuesta o diálogo alguno, huyendo a la represión de las manifestaciones o marchas, han tomado el camino de la huelga de hambre. La indisposición a ser atendidos o escuchados ha sido tal, que coserse la boca es como un mensaje de llegar hasta la muerte si no logran ser atendidos en sus peticiones más que justificadas. Estamos dispuestos a morir si es necesario, predican muchos estudiantes en huelga. Esta ha sido la única, inhumana e innecesaria manera de lograr ser atendidos o escuchados.  Y parece ser verdad que estos jóvenes están dispuestos a pagar con su vida la sordera del Estado. Al final el gobierno ha tenido que escucharlos, y en parte, por lo menos en las dos últimas huelgas de hambre, los poderes dependientes del poder ejecutivo han respondido parcialmente a las justificadas exigencias de los huelguistas. Uno se pregunta: ¿Qué razones tiene el gobierno para someter a la juventud a tales riesgos? Absolutamente ninguna. Para muestra de la indiferencia del gobierno, veamos una declaración pública del ministro de exteriores en interiores: si quieren caminar desnudos por la calle que lo hagan, si se quieren coser lo que se quieran coser, que se lo cosan; pero el pueblo y Chávez vamos a seguir trabajando por la patria. Cómo un Ministro de Relaciones Exteriores, es decir  Canciller de la República, puede asumir funciones que no le corresponden y mucho menos utilizar un lenguaje tan distante del requerido, no por él, sino por la investidura del cargo que representa?. Esto por no mencionar declaraciones de otros funcionarios que sin ninguna reparación han dicho cosas de tan poca coherencia como: factores de derecha están manipulando a esos estudiantes, utilizándolos para intentar desestabilizar el ámbito político del país y continuar sus planes de agresión contra Venezuela.  La determinación de los estudiantes ha sido tal, que uno de ellos en huelga de hambre decía: “estamos dispuestos a llegar hasta el final. No queremos morir, ni queremos sufrir daños irreversibles. Pero la libertad necesita este sacrificio”. Y sabe el lector por qué causa unos 40 estudiantes mantenían la huelga de hambre a que aludo en los comentarios anteriores: ni más ni menos porque una treintena de universidades del país podría llegar a corto plazo a un paro técnico por no disponer de recursos. No hay razón alguna para una indiferencia y menosprecio tan grandes ante el esfuerzo sobrehumano de los estudiantes en busca de ser escuchados de una manera decente y humana. Esa declaración del ministro de exteriores refleja a las claras la poca sensibilidad del estado ante los crecientes problemas de educación superior en Venezuela, además de la usurpación de funciones públicas de los diferentes componentes del gabinete. Cuántos trabajadores han sufrido la inclemencia de la carencia de diálogo y ni siquiera utilizando el recurso de la huelga de hambre han sido atendidos. No en vano en Venezuela la conflictividad laboral ha llegado a los extremos de superar más de 3.000 (tres mil) protestas públicas desde el año 2010.
Pero ¿cuál será el pan que saldrá del horno con toda su sabrosura?
Algunos expertos en planificación de recursos humanos piensan que en Venezuela las universidades son una maquinaria para producir desempleados. Hablamos de la masificación de la educación, cuyo resultado socialista del siglo XXI no es otro que dejar en la calle “profesionales” de muy baja calidad cuyo destino más próximo es el cambio de oficio o de país. Esto último en particular para los egresados de universidades serias que están produciendo un recurso humano a altos costos y destinado a los mercados de trabajo de otros países que andan en busca de talentos para su desarrollo, digamos por ejemplo: Colombia, Perú, las transnacionales petroleras etc.
Ya en el año 1992 se publicó en Venezuela un estudio: “La universidad posible e imposible” donde se advierte la desvinculación de la universidad con los mundos empresariales, la tecnología, la investigación, y las demandas de la sociedad. En Venezuela no hay correspondencia entre demanda real y egresados, por ejemplo: un estudio de la Universidad Católica indica que en el 2008 había en Venezuela unos 28.000 jóvenes estudiando comunicación social, sabrá Dios cuantos habrá hoy marzo de 2011, ésto para solamente indicar un ejemplo, pues es espeluznante lo que médicos profesionales docentes comentan en relación con la carencia de conocimientos de los supuestos médicos bien sea llegados de la Habana o egresados de instituciones universitarias de bajo nivel. A manera de chiste escuché decir a una persona residenciada en un caserío del Oriente del país, que un médico cubano le había recomendado comer sancocho de zamuro para unas dolencias reumáticas, probablemente sea mentira esta recomendación, pero sirve de referencia sobre la calidad de la medicina que estamos importando.  Todo está relacionado con una desvinculación total de la realidad, vale decir de la demanda, pues resulta imposible hacer estimados de demanda de profesionales para el área industrial (por sólo mencionar un aspecto de la demanda) cuando el aparato industrial ha sido desmantelado o, por otra parte, nacionalizado. Las nacionalizaciones sólo han dejado un cementerio de chatarra en que han convertido las diferentes plantas por una escasa capacidad gerencial y la fuga de técnicos profesionales que no soportan una gerencia socialista del siglo XXI, sin ninguna capacidad ni técnica ni gerencial.
En un próximo espacio abordaré este aspecto de la  gerencia de producción industrial, por ahora haremos un comentario final para dar una idea del liderazgo de la educación pública. Se trata de una declaración de un caballero llamado Héctor Rodríguez del Frente de la Juventud del PSUV, quien con su cara muy lavada hace un estimado de los costos por estudiante, por universidad. Allí indica que para el año 2009, a la USB un estudiante le cuesta 26.000 bolívares por año; a la UCV le cuesta 13.000 Bs/año; a la Universidad Bolivariana le cuesta 494 y a la UNEFA le cuesta solamente 228 bolívares. Uno se pregunta si solamente en becas acaban de aprobar un monto de 400 bolívares por estudiante cómo es posible semejante estimado, particularmente viniendo de una persona con responsabilidades de liderazgo en el sector. Venezuela cuenta con un plantel que supera las 55  universidades de las cuales 9% son autónomas; 33% son experimentales; 49% son privadas y 8% son institutos universitarios de tecnología para una población de aproximadamente 450.000 estudiantes. Con todo el estado de cosas planteadas y por plantear, que no son pocas, resulta imposible tener una aproximación de si estas cifras son las adecuadas, y menos aún si la calidad de la educación (con tantas limitaciones presupuestarias) es la aceptable, o si hay alguna correspondencia entre los recursos humanos que egresan  y la demanda real en calidad y cantidad. No tengo duda en afirmar que el pan no saldrá del horno con toda su sabrosura.

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